Y este es el momento de reparar las heridas y prepararnos para un nuevo camino, transitando el dolor para dejarlo atrás y aprendiendo de la experiencia.
Dicen que algunas culturas, cuando una porcelana se resquebraja, no la arreglan queriendo disimular el daño; rellenan cada parte de la resquebrajadura con oro para mostrar que, a pesar de la rotura, sigue ahí, dando servicio.
Caminemos juntos y pongamos oro en nuestras resquebrajaduras: ellas nos recordarán nuestro triunfo resiliente.